Al
abordar las teorías éticas formales siempre nos encontramos con Kant que,
recordemos, basa toda su ética en la categoría del deber, de un deber
establecido a priori al margen de toda consideración empírica, de toda
situación concreta y real (que son justamente las que viven los seres humanos
de carne y hueso). No sin razón el joven Hegel subrayaba que esta ética nos
conduce a un formalismo vacío.
Inmediatamente
después de Kant suele aparecer en los manuales Sartre. Su posición es
abiertamente opuesta a la de Kant, aunque sólo fuera porque, para Sartre, el
individuo es, siempre, un individuo en situación, esto es, concreto, situado en
unas condiciones concretas en las que, completamente sólo, debe elegir entre
las diferentes opciones que se le presentan en cada momento, asumiendo así la
responsabilidad de las consecuencias derivadas de sus acciones. De ahí la existencia
de un absoluto sartreano, la libertad.
Sartre
era plenamente consciente de sus diferencias con Kant, mostrando muy claramente
su oposición al irresponsable formalismo kantiano (en tanto que el deber es
definido a priori, el individuo que cumple con su deber no es responsable de
las consecuencias derivadas de una acción tomada, nos guste o no, en una
situación concreta). Algunos pasajes de la obra sartreana El existencialismo es un humanismo tratan de forma meridianamente
clara la cuestión.
Una propuesta de análisis
Propongo
analizar estas diferencias a través del cine, concretamente a través de la
versión cinematográfica que en el año 2000 hiciera Josée Dajan de Los Miserables, de Victor Hugo. A muy
grandes rasgos, y corriendo el evidente riesgo de simplificar en exceso,
podríamos así observar dos actitudes opuestas: