Hablar de Nietzsche, entenderlo, exige leer Así
habló Zaratustra, comprender su sentido, un sentido que se muestra desde el
mismo título y que, sin embargo, las traducciones habituales suelen ocultar.
En Ecce homo, esa especie de autobiografía
nietzscheana, el autor alemán reconoce que Así habló Zaratustra “ocupa
un lugar absolutamente aparte”. En realidad, su Zaratustra fue vivido como una
verdadera revelación, esto es, “en el sentido de que de repente, con indecible
seguridad y finura, se deja ver, se deja oir algo, algo que le conmueve y lo
trastorna a uno en lo más hondo”; una revelación, continúa diciendo Nietzsche,
“describe sencillamente la verdad de los hechos”.
La verdad en una obra absolutamente metafórica,
onírica incluso. La verdad que, recordemos, Nietzsche niega. Entendámos pues
“su” verdad, esto es, su vivencia más íntima que, además, en interpretada como
verdadera liberación.
Pero, ¿por qué es importante el título mismo de la
obra?
En primer lugar por lo que dice, por la presencia de
Zaratustra; en segundo lugar por lo que no dice, por la omisión de una pequeña
palabra en la mayoría de sus traducciones; por último por la también
generalizada omisión del subtítulo.
Así pues habló Zaratustra. Un libro para todos y
para ninguno.
Esa sería la traducción correcta. Y debemos insistir
en que el asunto no apunta exclusivamente a una cuestión erudita (en Nietzsche
nunca lo es), sino al sentido mismo de una filosofía del Sí (la vida) y del No
(el rechazo de toda VERDAD).
Veamos brevemente estas tres cuestiones:
1- Zaratustra.
Nietzsche explica por qué ha elegido al personaje
Zaratustra, esto es, Zoroastro, el persa legendario que advirtió que la
“auténtica rueda que hace moverse a las cosas es la lucha entre el bien y el
mal”. También fue el primero que traspuso la moral (estilo de vida) a lo
metafísico (causas en sí, fines en sí).
La elección de Zaratustra, en quien se desdobla
Nietzsche, es en este sentido capital. Se trata de que este orden moral que
vivimos (que vivía Nietzsche y sus contemporáneos) lo destruya su autor “porque
Zaratustra tuvo una experiencia mejor y más extensa”.
2- La omisión del “pues”
La omisión del “pues” que aparece en el original
alemán podría considerarse correcto, ya que “pues” no tiene sentido como
título, al comienzo del libro, antes de que Zaratustra hablara. Y, sin embargo,
el título se limita a reproducir la cláusula con la que terminan los discursos
de Zaratustra. Ahora sí, el “pues” cobra sentido. Se trata de un sonsonete
litúrgico inverso al que encontramos en el Nuevo Testamento: “en aquel tiempo
dijo Jesús a sus apóstoles”.
El “pues” por tanto subraya el carácter paródico de
su obra y que Zaratustra es una contrafigura de Cristo.
3- El subtítulo.
“Un libro para todos”, porque debiera ser entendido
por todos, porque utiliza unlenguaje poético para hablar de algo que no es
extraño para nosotros, nosotros mismos.
“Y para ninguno”, porque la cobardía que nos
caracteriza nos impide actuar por nosotros mismos, correr riesgos, pensar libremente.
No es por tanto una obra para aquellos que no están dispuestos a oir, pero
tampoco para los bien dispuestos, esto es, para aquellos dispuestos a seguir a
un nuevo maestro. En este punto se advierte nuevamente el carácter especular
invertido del Zaratustra y los Evangelios:
Mientras Cristo invita a sus discípulos a propagar
su palabra (“Yo soy el camino, la verdad y la vida”) por el mundo, Zaratustra
exige a quienes le siguen que lo abandonen, que se atrevan a creer por si
mismos, a crear por tanto.
Así habló Zaratustra presenta por tanto la obra
nietzscheana en su sentido más profundo, más lírico, más creativo y vital.