"Voy a contarte un caso dramático. Ya
conoces a las termitas, esas hormigas blancas que en África levantan
impresionantes hormigueros de varios metros de alto y duros como la
piedra. Dado que el cuerpo de las termitas es blando, por carecer de la
coraza quitinosa que protege a otros insectos, el hormiguero les sirve
de caparazón colectivo contra ciertas hormigas enemigas, mejor armadas
que ellas. Pero a veces uno de esos hormigueros se
derrumba, por culpa de una riada o de un elefante (a los elefantes les
gusta rascarse los flancos contra los termiteros, qué le vamos a hacer).
En seguida, las termitas-obrero se ponen a trabajar para reconstruir su
dañada fortaleza, a toda prisa. Y las grandes hormigas enemigas se
lanzan al asalto. Las termitas-soldado salen a defender a su tribu e
intentan detener a las enemigas. Como ni por tamaño ni por armamento
pueden competir con ellas, se cuelgan de las asaltantes intentando
frenar todo lo posible su marcha, mientras las feroces mandíbulas de sus
asaltantes las van despedazando. Las obreras trabajan con toda celeridad y se ocupan
de cerrar otra vez el termitero derruido... pero lo cierran dejando fuera a las pobres y heroicas termitas-soldado, que sacrifican sus vidas
por la seguridad de las demás. ¿No merecen acaso una medalla, por lo
menos? ¿No es justo decir que son valientes?
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Cambio de escenario, pero no de tema. En la
Ilíada, Homero cuenta la historia de Héctor, el mejor guerrero de
Troya, que espera a pie firme fuera de las murallas de su ciudad a
Aquiles, el enfurecido campeón de los aqueos, aún sabiendo que éste es
más fuerte que él y que probablemente va a matarle. Lo hace por cumplir
su deber, que consiste en defender a su familia y a sus conciudadanos
del terrible asaltante. Nadie duda de que Héctor es un héroe, un
auténtico valiente. Pero ¿es Héctor heroico y valiente del mismo
modo que las termitas-soldado cuya gesta millones de veces repetida
ningún Homero se ha molestado en contar? ¿No hace Héctor, a fin de
cuentas, lo mismo que cualquiera de las termitas anónimas? ¿Por qué nos
parece su valor más auténtico y más difícil que el de los insectos?
¿Cuál es la diferencia entre un caso y otro?