
Todo animal, de modo consciente o
no, debe estar en permanente estado de alerta para adaptarse del modo más
conveniente al medio que lo rodea. En otro caso tendría perjuicios que podrían
acarrearle incluso la muerte. Podemos decir lo mismo del ser humano. Ejemplo:
si queremos cruzar la calle debemos evitar hacerlo al mismo tiempo que lo hace
un coche. La cuestión es clara: para adaptarnos al medio, para no ser
atropellados por un vehículo, necesitamos una información que nos diga que un
coche se aproxima.
Pero, ¿cómo obtenemos esta información?
Todo nuestro conocimiento de la realidad comienza
con las sensaciones. Nuestros
sentidos, estimulados por energía procedente del exterior, nos ponen en
contacto con el mundo exterior proporcionándonos información sobre el mismo.
Así captamos colores, sonidos, olores, etc.
Pero ¿qué es la sensación?
A veces se utiliza el término sensación para
referirse a las cualidades que captamos (verde, liso, amargo...); otras veces
hacemos referencia al proceso mediante el cual captamos esas cualidades. Así,
definiremos sensación como “la captación de una cualidad como respuesta a un
estímulo”.
Estas sensaciones las captamos a través de los
sentidos, de los externos (vista, oído...), y de los internos (el cinestésico,
que nos ofrece información sobre el movimiento y posición de nuestro cuerpo, y
el cenestésico, que nos informa sobre el estado general de nuestro organismo,
sensación de sed, cansancio, sueño...).
Pero hablamos de respuesta a un estímulo y, por
tanto, de un proceso. En este proceso podemos distinguir tres fases:
1) fase física: determinados estímulos (ondas sonoras, luz, presión,
etc.), estimulan nuestros sentidos.
2) fase fisiológica: nuestros receptores nerviosos transforman estos
estímulos en corriente eléctrica que se transmite hasta el cerebro
3) fase psíquica: el cerebro “traduce” esa corriente eléctrica en un
dato, una cualidad sensible, sobre el mundo exterior o interior.
La sensación suele identificarse con esta última fase.
Ahora bien, a nuestro alrededor se producen de forma
constante múltiples fenómenos de todo tipo, de modo que, permanentemente, llegan
a nosotros infinidad de estímulos, pero no todos son captados por todos los
individuos ni tampoco captados de la misma forma. En realidad la sensación no
agota, ni mucho menos, nuestro conocimiento sobre el medio. Lo que nos ofrece
realmente conocimiento es la percepción,
que articula y organiza esas sensaciones. ¿Cómo?
Se han dado diferentes respuestas a este problema.
Para descubrirlas propongo la siguiente actividad en grupo:
Actividad
Representad la siguiente escena (con las variaciones que consideréis
oportunas) y responded después a las cuestiones que se plantean:
Personajes:
Narrador-Voz en
off (N) Visitante (V)
Psicólogo 1 (P1) Psicólogo 2 (P2)
Psicólogo 3 (P3)