domingo, 15 de diciembre de 2013

El hecho perceptivo



Todo animal, de modo consciente o no, debe estar en permanente estado de alerta para adaptarse del modo más conveniente al medio que lo rodea. En otro caso tendría perjuicios que podrían acarrearle incluso la muerte. Podemos decir lo mismo del ser humano. Ejemplo: si queremos cruzar la calle debemos evitar hacerlo al mismo tiempo que lo hace un coche. La cuestión es clara: para adaptarnos al medio, para no ser atropellados por un vehículo, necesitamos una información que nos diga que un coche se aproxima.
Pero, ¿cómo obtenemos esta información?
Todo nuestro conocimiento de la realidad comienza con las sensacio­nes. Nuestros sentidos, estimulados por energía procedente del exterior, nos ponen en contacto con el mundo exterior proporcionándonos información sobre el mismo. Así captamos colores, sonidos, olores, etc.
Pero ¿qué es la sensación?
A veces se utiliza el término sensación para referirse a las cualidades que captamos (verde, liso, amargo...); otras veces hacemos referencia al pro­ceso mediante el cual captamos esas cualidades. Así, definiremos sensación como “la captación de una cualidad como respuesta a un estímulo”.
Estas sensaciones las captamos a través de los sentidos, de los exter­nos (vista, oído...), y de los internos (el cinestésico, que nos ofrece informa­ción sobre el movimiento y posición de nuestro cuerpo, y el cenestésico, que nos informa sobre el estado general de nuestro organismo, sensación de sed, cansancio, sueño...).
Pero hablamos de respuesta a un estímulo y, por tanto, de un proceso. En este proceso podemos distinguir tres fases:
1) fase física: determinados estímulos (ondas sonoras, luz, presión, etc.), estimulan nuestros sentidos.
2) fase fisiológica: nuestros receptores nerviosos transforman estos estímulos en corriente eléctrica que se transmite hasta el cerebro
3) fase psíquica: el cerebro “traduce” esa corriente eléctrica en un dato, una cualidad sensible, sobre el mundo exterior o interior.
La sensación suele identificarse con esta última fase.
Ahora bien, a nuestro alrededor se producen de forma constante múl­tiples fenómenos de todo tipo, de modo que, permanentemente, llegan a nosotros infinidad de estímulos, pero no todos son captados por todos los individuos ni tampoco captados de la misma forma. En realidad la sensa­ción no agota, ni mucho menos, nuestro conocimiento sobre el medio. Lo que nos ofrece realmente conocimiento es la percepción, que articula y organiza esas sensaciones. ¿Cómo?
Se han dado diferentes respuestas a este problema. Para descubrirlas propongo la siguiente actividad en grupo:
Actividad
Representad la siguiente escena (con las variaciones que consideréis oportunas) y responded después a las cuestiones que se plantean:
Personajes:
                Narrador-Voz en off (N)                     Visitante (V)
                Psicólogo 1 (P1)                                  Psicólogo 2 (P2)
                Psicólogo 3 (P3)

N: Imagínese que se visita un laboratorio psicológico; probablemente alrededor de 1915. Al entrar en él se acerca un psicólogo al visitante y, sin esperar a que se hagan las presentaciones, le pregunta qué es lo que hay encima de la mesa.
V— Un libro.
P1— Sí, naturalmente que es un libro. Pero, ¿qué es lo que ve usted en realidad?
(Confuso por la pregunta, el visitante responde)
V— ¿Qué quiere usted decir con eso de qué es lo que ve en realidad? Ya le he dicho que veo un libro, un libro pequeño con la tapa roja.
(El psicólogo insiste:)
P1— ¿Cuál es su percepción realmente? Descríbamela usted con la máxima precisión que le sea posible.
(El visitante comienza a impacientarse)
V— ¿Quiere usted decir que no es un libro? ¿Qué es esto, algún truco?
P1— Sí, es un libro. No hay trucos que valgan. Lo que quiero es que me describa usted exactamente lo que ve, ni más, ni menos.
(El visitante comienza ahora a volverse muy suspicaz)
V— Pues bien, desde este ángulo la cubierta del libro parece un paralelogramo rojo oscuro.
P1— Sí. Sí, ve usted un trozo de rojo oscuro en forma de paralelogramo. ¿Y qué más?
V— Debajo hay un borde grisáceo y por debajo del borde una delgada línea del mismo color rojo. Debajo veo la mesa...
(El psicólogo da un respingo)
V— Debajo veo un marrón algo moteado con franjas ondulantes de marrón más claro que van más o menos paralelas unas a otras.
P1— Muy bien, muy bien.
N: Mientras se encuentra allí mirando el libro encima de la mesa, el visitante se siente un poco molesto de que ese insistente individuo le haya conducido a un análisis semejante. Le ha hecho volverse tan cauto que ya no está seguro de lo que realmente ve y de lo que solamente cree ver. Se ha vuelto, de hecho, tan suspicaz como aquel granjero de Nueva Inglaterra que lo único que estaba dispuesto a admitir era. “Pues por este lado parece una vaca”.
En su cautela el visitante ha comenzado a hablar de lo que veía en términos de sensaciones, mientras que sólo un momento antes estaba total­mente seguro de percibir un libro encima de la mesa.
Su ensueño se ve interrumpido bruscamente por la aparición de un psicólogo que se parece vagamente a Wihem Wundt.
P2— Gracias por contribuir a confirmar una vez más mi teoría de la percepción. Ha demostrado usted que el libro que usted ve no es más que un compuesto de sensaciones elementales. Cuando ha intentado usted ser preciso y decir con toda exactitud lo que veía realmente, ha tenido usted que hablar de zonas de color y no de objetos. Las sensaciones de color son las primarias y todo objeto visual puede reducirse a ellas. Su percepción del libro está construida a base de sensaciones, lo mismo que una molécula está construida a base de átomos.
(Este pequeño discurso es, al parecer, la señal para que comience la batalla. Desde el extremo opuesto de la sala alguien grita)
P3— ¡Absurdo! ¡Absurdo! ¡Hasta un tonto sabe que el libro es el hecho perceptivo primario, inmediato, directo, forzoso!
N: El psicólogo que carga ahora contra el visitante tiene un leve parecido con William James, pero parece tener acento alemán y su rostro está tan arrebatado por la ira que no puede estar seguro.
P3—Esa reducción de la percepción a sensaciones de la que usted habla no es más que un juego intelectual. Un objeto no es solamente un juego de sensaciones. ¡Toda persona que vaya por ahí viendo trozos de rojo donde debería ver libros está enferma!
N: Como la batalla comienza a cobrar intensidad, el visitante cierra suavemente la puerta y se marcha de allí. Ha encontrado lo que ha venido a buscar: un ejemplo de que hay dos actitudes diferentes, dos modos distintos de hablar de la información que nos proporcionan los sentidos.
Miller, G.: Introducción a la psicología. Alianza, Madrid
Cuestiones:
1) Busca en Internet información sobre W. Wundt y W. James.
2) Haz un resumen del texto.
3) ¿Existe acuerdo en torno a lo que es la percepción?
4) ¿Qué posiciones aparecen? Señala sus diferencias

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