"Al tomar un coche en Londres, causa asombro
ver con cuánta frecuencia hay personas que oficiosamente abren la portezuela,
esperando recibir alguna recompensa por su trabajo. Disminuye la sorpresa al
observar el gran número de vagos que hay a las puertas de las tabernas y la multitud
de desocupados que atrae cualquier procesión o espectáculo callejero. Viendo cuan numerosos son en tan
corto espacio de terreno, se comprende deben hormiguear en Londres millares de
individuos semejantes. "No tienen trabajo", se me dirá. Dígase más bien
que, o rehúsan trabajar o se hacen despedir inmediatamente por aquellos que los
emplean.
No son otra cosa que parásitos de la sociedad, que de un modo u otro viven a expensas de los que trabajan, vagos e imbéciles que son o serán criminales jóvenes mantenido forzosamente por sus padres, maridos que se apropian el dinero que ganan sus mujeres, individuos que participan de las ganancias de las prostitutas; y aunque menos visible y numerosa, hay a su lado una clase correspondiente de mujeres.
¿Es natural que la felicidad sea el lote de tales
gentes? ¿No lo es más bien el que atraigan la desgracia sobre sí y sobre
cuantos les rodean? ¿No es evidente que en medio de nosotros debe de haber
multitud de miserias que sean resultado lógico de la mal conducta y que no
debieran nunca separarse de ésta? Hay una opinión hoy muy preconizada y que
siempre ha prevalecido más o menos según la cual todo mal social puede ser
remediado y debe serlo por unos u otros. Esta creencia es errónea. Separar la
pena de la mala conducta es luchar contra la naturaleza de las cosas, y el
pretenderlo sólo conduce a agravar la situación. Por ahorrar a los hombres el
castigo natural de la vida disoluta, se hace indispensable muchas veces
aplicarles castigos artificiales, como el de encerrarlos en celdas solitarias o
el de someterlos al tormento del látigo o de la rueda. Hay un axioma que hacen
igualmente indiscutibles las creencias corrientes y la autoridad de la ciencia.
El mandamiento "comerás el pan con el sudor de tu frente", es
sencillamente el enunciado cristiano de una ley universal de la naturaleza, ley
a que se debe su estado actual de progreso la humanidad y por lo cual toda
criatura incapaz de bastarse a sí misma debe perecer... Admito que los autores,
innovadores y ejecutores de la antigua Ley de pobres han producido tanta
desmoralización, que serán necesarias muchas generaciones para que desaparezca.
También admito la responsabilidad parcial de los legisladores de nuestros
tiempos, por haber hecho posible con sus medidas la existencia de un cuerpo
permanente de vagabundos, que van de una a otra asociación y no niego la que
alcanza a los mismos por la presencia entre nosotros de un número constante de
criminales, puesto que permiten volver a los licenciados de presido en
condiciones que casi les fuerzan a cometer nuevos crímenes. Tampoco eximo la
responsabilidad a los filántropos, quienes, por favorecer a los hijos de
personas indignas, perjudican a los hijos de padres virtuosos, imponiendo a
estos últimos contribuciones locales más elevadas cada vez. Convengo además en
que este enjambre de vagos, alimentados y multiplicados por instituciones
públicas y privadas, ha visto aumentar la miseria que padece a compás de los
medios perniciosos con los que se ha querido remediarla.
H. Spencer. El individuo contra el
Estado
Cuestiones:
1) Haz un resumen
del texto y enumera en breves frases las tesis principales del mismo
2) ¿Crees que se
derivan consecuencias políticas de este texto? Explícalas.
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