viernes, 30 de noviembre de 2012

V Olimpiada filosófica




La SOCIEDAD DE FILOSOFÍA DE LA PROVINCIA DE ALICANTE (SFPA), la FACULTAD DE FILOSOFÍA Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN (UV) y la DELEGACIÓN PARA LA INCORPORACIÓN A LA UNIVERSIDAD (UV) han convocado la V Olimpiada de filosofía de la Comunidad valenciana (dirigido a alumnos de bachillerato) y el I Concurso de Redacción filosófica (dirigido a alumnos de 4º de ESO) con el título:


¿Tenemos derecho a mentir?

Es una oportunidad para plasmar sobre el papel las reflexiones de todos aquellos que creen que vale la pena pensar (sin olvidar, claro, como rezaba la XI Tesis sobre Feuerbach de Marx, que de lo que se trata no es tanto de interpretar el mundo cuanto de transformarlo).
Además la idea de la mentira está presente en Platón como derecho exclusivo del gobernante y, mucho me temo, que esa prerrogativa del gobernante sigue hoy en vigor. Tenemos materia para reflexionar. Os invito a hacerlo.

Reproduzco a continuación información pertinente para todos aquellos que tengan interés en participar (los interesados deben comunicármelo por email: laslagunasfilosofia@gmail.com)





OBJETIVOS:
1. Promocionar el ejercicio filosófico por parte del alumnado de nuestra comunidad.
2. Establecer un certamen en el que se abarquen todos los elementos propios del debate,
reflexión y crítica filosófica referente a un aspecto que aparece en el currículum de la
materia.
3. Vincular la reflexión filosófica a problemas contemporáneos de índole social, política, epistemológica u ontológica

FASES:
PRIMERA FASE: noviembre 2012 – 15 de febrero de 2013:
1º. Elaboración de un trabajo relacionado con la temática filosófica especificada:
“¿Tenemos derecho a mentir?”. El desarrollo del mismo corre a cargo del alumno.
SEGUNDA FASE (sólo para los 8 finalistas). 2 de marzo de 2013:
Sede: Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de
Valencia.

PROCEDIMIENTO.
a) Presentación pública (10 minutos).
b) Preguntas/respuestas.

En el caso de la Redacción filosófica sólo hay una fase, la 1ª.

Para la elaboración del trabajo deben analizarse los textos que a continuación reproducimos:
 PRESENTACIÓN Y TEXTOS: ¿TENEMOS DERECHO A MENTIR?
La filosofía, decía Kant, es más un arte de saber preguntar que una forma de dar respuestas. El mismo Sócrates muchos siglos antes conducía a sus interlocutores, con acertadas preguntas hacía la contradicción, la inconsistencia o la falsedad. El pensamiento necesita de las interrogaciones para existir y no hay interrogación si no hay una verdad, pero también una mentira. La verdad necesita de esa contrapartida que es la mentira. ¿Quién no se ha enfrentado alguna vez en la vida a una situación en la que nos veíamos empujados a mentir para salvar algo valioso o no hacer un daño que consideráramos innecesario? A pesar de que la verdad, la sinceridad y la buena fe puedan ser consideradas como un a priori de nuestros discursos (hay quien incluso plantea que es uno de los principios fundamentales de un código de buenas prácticas argumentativas), la verdad plantea problemas éticos tan importantes como la propia mentira en muchas de nuestras acciones prácticas. El propósito de proponer este tema para la V Olimpiada de filosofía es reflexionar precisamente sobre esta problemática, nuestro posible derecho a mentir, y no aceptar sin más la obligación moral incondicionada de decir la verdad que negaría toda reflexión crítica tremendamente necesaria en los tiempos que nos toca sufrir y disfrutar. Se podría ir incluso más lejos y preguntarse si en determinadas situaciones, circunstancias y ante determinados males no tendríamos incluso la obligación de mentir. Deber extraño para otros que considerarían esto como un peligroso juego que, a su vez, traería oscuras e impredecibles consecuencias. La mentira política es otro tema directamente vinculado con nuestra pregunta. La diplomacia, los secretos de Estado, los conflictos con otros países pueden conducir a situaciones en los que la mentira se plantee como una posibilidad estratégica decisiva. Cuál es el límite de la mentira en estos casos, caso de que se considere legítima, constituye un asunto central que todo agente político ha de plantearse ante sí mismo y ante sus ciudadanos.
A continuación recuperaremos algunos fragmentos de la ya clásica, pero actual polémica, entre Immanuel Kant y Benjamin Constant sobre la existencia de un deber incondicionado de decir la verdad:

Texto I
“(…) hay que considerar detenidamente si no podrá ocasionarme luego esa mentira muchos más graves contratiempos que estos que ahora consigo eludir; y como las consecuencias, a pesar de cuanta astucia me precie de tener, no son tan fácilmente previsibles que no pueda suceder que la pérdida de la confianza en mí sea mucho más desventajosa para mí que el daño que pretendo ahora evitar, habré de considerar si no sería más sagaz conducirme en este punto, según una máxima universal y adquirir la costumbre de no prometer nada sino con el propósito de cumplirlo”.
(…) para resolver de la manera más breve, y sin engaño alguno, la pregunta de si una promesa mentirosa es conforme al deber, me bastaría preguntarme a mí mismo ¿me daría yo por satisfecho si mi máxima – salir de apuros por medio de una promesa mentirosa – debiera valer como ley universal tanto para mí como para los demás? ¿Podría yo decirme a mí mismo: cada cual puede hacer una promesa falsa cuando se halla en un apuro del que no puede salir de otro modo? Y bien pronto me convenzo de que, si bien puedo querer la mentira, no puedo querer, empero, una ley universal de mentir; pues según esta ley, no habría propiamente ninguna promesa, porque sería vano fingir a otros mi voluntad respecto de mis futuras acciones, pues no creerían mi fingimiento”.
“(…) la universalidad de una ley que diga que quien crea estar apurado puede prometer lo que se le ocurra proponiéndose no cumplirlo, haría imposible la promesa misma y el fin que con ella pueda obtenerse, pues nadie creería que recibe una promesa y todos se reirían de tales manifestaciones como de un vago engaño”.
[Inmanuel Kant, “Acerca de la ilegitimidad de la mentira”, tomado de los capítulos I y II de La fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785), Tecnos, 2005.]
Texto II
“Se ha abusado tanto y tan cruelmente de la palabra principios que quien reclama para ellos respeto y obediencia, normalmente es tratado de soñador abstracto, de razonador quimérico (…) Un principio es el resultado general de un cierto número de hechos particulares. Cada vez que el conjunto de estos hechos sufre algunos cambios, el principio que resulta de ellos se modifica, entonces esa modificación misma se hace principio (…). Hay principios universales porque hay datos primeros que existen igualmente en todas las combinaciones (sea de existencias, sea de acontecimientos). Pero esto no equivale a decir que no sea preciso añadir otros principios, que resultan de cada combinación particular, a estos principios fundamentales (…). Cuando se arroja de golpe un principio primero en medio de una asociación de hombres, separado de todos los principios intermediarios que le hacen descender hasta nosotros y le adecúan a nuestra situación, probablemente se produce un gran desorden (…).
“Es un deber decir la verdad. El concepto de deber es inseparable del concepto de derecho. Un deber es aquello que corresponde en un ser a los derechos del otro. Donde no hay ningún derecho, no hay ningún deber. Por consiguiente, decir la verdad es un deber, pero solamente en relación a quien tiene el derecho a la verdad. Ningún hombre, por tanto, tiene derecho a la verdad que perjudica a otros”.
[Benjamín Constant, “Decir la verdad no es un principio general al que tengan derecho todos los hombres”, “Des príncipes” capítulo VIII del folleto Des réactions politiques, (1796), Tecnos 2012.]

Texto III
“La veracidad en las declaraciones que no se pueden evitar, es un deber formal del hombre con relación a cualquier otro, por mayor que sea el perjuicio que se deduzca de esta conducta para él o para otra persona, y si alterando la verdad no cometo una injusticia contra aquel que me obliga a una declaración de manera injusta, falsificándola, cometo, por esa falsificación (…) una injusticia de carácter general en la parte más esencial del deber, esto es, hago, en aquello que a mí se refiere, que las declaraciones no tengan en general ningún crédito y, por tanto, que también todos los derechos fundados en contratos desaparezcan y pierdan su fuerza, lo que supone una injusticia causada a la humanidad en general”.
“Cada hombre, por tanto, tiene no solamente el derecho sino incluso el más estricto deber de enunciar la verdad en las proposiciones que no puede evitar, aunque se perjudique a sí mismo o a otros (…) el deber a la veracidad no admite esa distinción entre personas respecto de las que exista tal deber, y personas en relación con las cuales nos podamos liberar de sus mandatos, porque se trata de un deber absoluto válido en cualquier circunstancia”.
“Todos los principios jurídicos prácticos deben contener una verdad rigurosa, y los principios aquí llamados intermediarios solo pueden contener la determinación que permite su aplicación a los casos que se presentan (siguiendo las reglas de la política), pero nunca pueden establecer excepciones, porque destruirían la universalidad en virtud a la cual exclusivamente merecen el nombre de principios”.
[Immanuel Kant, “Acerca de un pretendido derecho a mentir por filantropía”, Tecnos, 2012.]
Texto IV
“El mayor ataque que puede serle hecho al deber del hombre hacia sí mismo (…) es lo contrario de la veracidad: la mentira (…). La mentira puede ser exterior o interior. Por medio de la primera el mentiroso se convierte en objeto de desprecio a los ojos de los otros; pero por la mentira interna se convierte en objeto de desprecio a sus propios ojos, lo que es todavía peor, y afrenta la dignidad de la humanidad en su propia persona (…) La mentira como falsedad deliberada, no precisa perjudicar a otros para ser considerada reprobable, porque en tal caso sería una violación del derecho de esos otros. Puede tener por causa únicamente la ligereza o la bondad, incluso con ella se puede perseguir un fin realmente bueno, pero el modo de perseguirlo es, por su sola forma, una ofensa que el hombre hace a su propia persona y una indignidad que le debe hacer despreciable a sus propios ojos”.
“El hombre, en tanto que ser moral, no puede servirse a sí mismo, en tanto que ser físico, como de un puro medio (de una máquina de palabras), que no estaría sometida al fin interior de la facultad de comunicar sus pensamientos; está sometido por el contrario a la condición de permanecer siempre de acuerdo consigo mismo en la declaración de sus pensamientos, y está obligado consigo mismo a la veracidad (…). La mentira, que se opone al deber del hombre consigo mismo, recibe aquí el nombre de debilidad (…) esta falta de sinceridad en las interpretaciones, que cometemos contra nosotros mismos, merece la más seria reprensión: porque, una vez el principio supremo de la veracidad ha sido violado, a partir de esta situación corrompida (la falsedad, que parece estar arraigada en la naturaleza humana) el mal de la falta de veracidad se propaga también en nuestra relación con otros hombres”.
[Immanuel Kant, “Ser sincero es también un deber hacia uno mismo” tomado del capítulo II de la segunda parte de La metafísica de las costumbres, Tecnos 2005.]

Nota: Todos los textos seleccionados han sido extraidos de: Immanuel Kant y Benjamin Constant, ¿Hay derecho a mentir? (La polémica Kant-Constant sobre la existencia de un deber incondicionado de decir la verdad). Ed.Tecnos, Madrid, 2012 (Estudio preliminar de Gabriel Albiac)

Para más información  http://www.uv.es/incorporaciouv/cooperacio/Olimp_Filosofia_Bases_2012-13.pdf

3 comentarios:

  1. ¿Y yo me puedo presentar? jeje

    Para los que estéis interesados, yo me presenté el año pasado y desde la experiencia os digo que es un buen ejercicio de razonamiento, así como de elaboración de un texto y la búsqueda de información relacionada con la temática. Aprendí mucho con ello, además, es una actividad que te permite plasmar lo que piensas y por eso os animo para que participéis.

    A modo de comentario, me parece un tema interesante y "divergente" por el motivo de que encuentro diferentes maneras de orintarlo y relacionarlo con el día de hoy.

    Un saludo a todos y suerte para los que os presentéis.

    Celia García

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  2. OS ANIMO A TODOS LOS ALUMNOS DE 2º DE BACHILLERATO H QUE OS PRESENTEIS A LA OLIMPIADA, NO OS CORTEIS PODEIS MADURAR MUCHO SOCIALMENTE, YO ME PRESENTARIA PERO ESTOY PEZ, PERO VOSOTRAS-OS PODEIS...¡ HALA ! DEMOSTRARLE AL PROFE LO QUE VALEIS....¡¡¡HALA MADRID...!!!

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  3. Una vez concluidas las Olimpiadas de Filosofía, y habiendo descansado después de una larga jornada, llega la hora de hacer balance. Nuestra única pretensión cuando nos presentamos en Valencia era que Antonio hiciera un buen trabajo y, honestamente, creo que lo hizo muy bien:
    - Una buena presentación, teniendo muy claras las ideas que quería defender y con un argumento sólido.
    - Una buena defensa, con buenas respuestas a las preguntas de los otros finalistas
    - Unas buenas preguntas que pusieron en jaque a sus adversarios.
    Es cierto que, tratándose de una competición, uno espera que los resultados se ajusten a tu trabajo. En este sentido creo que tres trabajos (entre los que se encontraba el de Antonio), destacaban por encima de los otros. Desgraciadamente el jurado no lo ha visto así. ¿Por qué?
    Sin duda tendremos que reflexionar sobre esa pregunta e intentaremos encontrar una respuesta.
    En cualquier caso, mi más sincera felicitación a Antonio.
    Pedro Benítez

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